Leyendo en el blog de Jorge Búsico, encontré este post, que me pareció excelente para compartirlo con todos los que ponemos ese granito de arena para que el rugby de Bolivia crezca. Espero sepan apreciarlo y quizás hasta ponerlo en práctica, que el rugby nos sirva para unirnos, dejando de lado la región del país en el que hayamos nacido.
El número que figura en este título identificó a Nelson Rolihlahla Mandela durante los 27 años que estuvo en prisión. Es un número que también revela algunos de los aspectos brutales y esclavizantes con los que se manejó el régimen de apartheid sudafricano durante más de cuatro décadas del siglo XX. Pero además es un número que Mandela, como todo lo que hizo en su vida, lo transformó en un símbolo de paz y esperanza. Es el número que lleva su Fundación que, entre otros objetivos, lucha contra el sida. De esa enfermedad murió a los 54 años, en Johannesburgo, su segundo hijo, Makgatho, algo que el mundo se enteró por boca del mismo hombre que hoy está celebrando sus 90 años.
No es casual que dentro de los festejos se haya incluido casi como plato principal un partido de rugby. Tampoco que el escenario sea el Ellis Park de Johannesburgo. Ni siquiera porque los Springboks son el emblema del deporte sudafricano. Ocurre que la relación de Mandela con el rugby es casi un símbolo de lo que él buscó para su país. Desde su celda en la prisión de Robben Island (hoy convertida en un lugar turístico), Madiba, como lo llaman sus compatriotas a raiz de un titulo honorario adoptado por los ancianos de su tribu, siempre deseó la derrota de los Boks porque consideraba, con razón, que eso significaba un golpe al apartheid. El obispo negro Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz en 1984, alguna vez sentenció: “No saben el beneficio que le hacen al régimen de segregación racial todos aquellos deportistas que compiten con Sudáfrica”.
En aquellos tiempos, Mandela aprendió a admirar, sin conocerlo personalmente, a Hugo Porta, mucho más cuando el apertura marcó los 21 puntos del triunfo de Sudamérica XV contra los Springboks, en 1982. Cuenta la leyenda que cuando Carlos Menem se reunió por primera vez con Mandela, éste lo recibió preguntándole por Porta y que esa fue la razón para que el ex presidente de la Argentina decidiera nombrarlo embajador en Sudáfrica.
Pero cuando el 11 de febrero de 1990 fue liberado luego de una larga lucha por los derechos de los negros, Mandela se propuso encarar la integración de Sudáfrica a través del rugby y, claro, a través de los Springboks, que históricamente habían sido los representantes directos de la raza blanca. Al asumir la presidencia el 18 de julio de 1991 de manos de Fréderick de Klerk -ambos Premio Nobel de la Paz en el 93-, el líder del Congreso Nacional Africano tomó la realización del Mundial como el eje a seguir. Y su lema de unión y paz evitó un río de sangre en Sudáfrica.
La leyenda también cuenta que para ello citó al capitán de los Boks, Francois Pienaar, y que le propuso trabajar en conjunto, algo que el fornido y rubio tercera línea, admirado por la humildad del líder, aceptó. Había dicho Mandela al ser enjuiciado a cadena perpetua en 1964: “Durante toda mi vida me he dedicado a esta lucha del pueblo africano. He peleado contra la dominación blanca, y he peleado contra la dominación negra. He buscado el ideal de una sociedad libre y democrática, en la que todas las personas vivan juntas en armonía e igualdad de oportunidades. Es un ideal que espero poder vivir para ver realizado. Pero si es necesario, un ideal por el cual estoy preparado para morir”.
Afortunadamente, Mandela sobrevivió a un encierro en las más miseras condiciones humanas. Y parte de su sueño se cumplió el 24 de junio de 1995 en el Ellis Park de Johannesburgo. Ese día se dio el milagro: Mandela, negro, con la camiseta verde que había sido un símbolo de los blancos, le entregó la Copa del Mundo a Pienaar, blanco, capitán de los Springboks. Ambos con el número 6. Alrededor, 72 mil personas agitaban la nueva bandera de Sudáfrica y, blancos y negros, aclamaban a Mandela y a los Boks. Es, sin dudas, la foto más histórica de la historia del rugby.
Es verdad: los All Blacks merecían ganar ese Mundial, pero el mundo necesitaba el triunfo de Mandela y los Springboks.
Este historia será llevada prontamente al cine. Clint Eastwood, quien ya ha incursionado como director con temas relacionados al deporte y a la cuestión racial con esa joya titulada Million Dollar Baby, está preparando El factor humano, un film que contará cómo Mandela aprovechó al rugby para integrar a Sudáfrica. Y retratará aquellos encuentros con Pieenar.
Mandela, llamado también cariñosamente mkhulu (abuelo) por su pueblo, cumplió 90 años el 18 de julio. Sudáfrica todavía necesitará años y años para ver si se termina de recuperar, pero todavía tiene a uno de los dos o tres héroes vivos que quedan en esta tierra. Hoy, hasta los Springboks tienen un entrenador negro y una estrella negra. Ahí está Bryan Habana estrechándole la mano mientras Madiba sostiene la torta de los 90 años. El rugby argentino, que durante mucho tiempo no logró comprender lo que pasaba en Sudáfrica, debe estar agradecido de haber sido invitado a este homenaje y a formar parte de la historia de un hombre sencillamente increíble.
Fuente: Periodismo Rugby.

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