Con un juego efectivo en ataque y sólido en defensa, Clermont, con Mario Ledesma, Martín Scelzo y Gonzalo Canale, venció a Toulouse 19-9 y es finalista del Top 14 francés.
Y en un encuentro que tuvo un final para el infarto, Perpignan, con Rimas Alvarez de titular, superó al Stade Francais por 25-21 y será el rival del Clermont en la final.
Abrochó su pase:
Clermont lo hizo. En un partido demasiado trabado y sumamente táctico, el equipo amarillo, que contó con los argentinos Mario Ledesma, Martín Scelzo y Gonzalo Canale desde el comienzo, logró desbancar al monarca Toulouse por 19-9 y se metió en la décima final de su historia.
Clermont no jugó lindo, pero fue efectivo ante Toulouse
¿Fue justo? Sí, sumamente justo. El Clermont planteó una fórmula sencilla que su rival nunca logró descifrar. La marca, la presión y la efectividad fueron los caballitos de batalla del ganador, que de no ser por su indisciplina -cometió demasiados penales y Jaime Cudmore recibió una amarilla- podría haber sacado una diferencia mayor.
¿Por qué marca? Debido a que supo tener cabeza fría para decidir correctamente y también sangre caliente para derribar oponentes. Cuando las papas quemaban y el Toulouse, hecho un manojo de nervios, se le fue al humo, el Clermont supo tener la inteligencia necesaria para boicotear los dardos de su rival y esterilizar cualquier peligro cercano.
Tan prolija fue la performance del ganador que el equipo de Patricio Albacete y Alberto Vernet Basualdo (ambos quedaron liberados y podrán incorporarse a Los Pumas para el Test ante Inglaterra en Manchester) no logró sumar puntos en todo el segundo tiempo.
¿Por qué tackle? Porque si bien no se lució en ataque, los 15 jugadores fueron protagonistas de una sinfónica de revolcones. Su pack de forwards no se cansó nunca de mandar al suelo a sus rivales, y sus backs, poco egoístas, también se prendieron en dicha consigna.
¿Por qué fue efectivo? Supo golpear en los momentos justos y, cuando el partido estaba caliente, aprovechó cada una de sus chances para facturar.
Broke James y Benoit Baby tuvieron la mira calibrada a la hora de los penales y, además, el australiano se lució con un try bárbaro a los diez minutos del primer tiempo.
Dicha conquista fue un mazazo para un Toulouse, que no programó el partido para remarlo desde abajo.
¿Quién jugará la final contra el Clermont? La única pregunta que no tiene respuesta. Este sábado definirán su llave Perpignan y el Stade Francais para saber quién chocará ante este poco vistoso pero efectivísimo equipo amarillo.
El otro finalista:
Se dio la lógica. El equipo que terminó primero en la fase regular superó al que concluyó en el cuarto puesto. Sí, exacto, el Perpignan, con el segunda línea Rimas Alvarez de titular, fue dueño de la táctica para poner de rodillas al Stade Francais, que desde el comienzo contó con Juan Martín Hernández -jugó de apertura- y Juan Manuel Leguizamón.
De movida, a los cinco minutos, el fullback Jerome Porical puso en ventaja al ganador con una factura de tres puntos, pero el París respondió enseguida, a los 12, con un drop de Lionel Beauxis.
Hasta ahí el asunto andaba parejo y los dos equipos se focalizaban en estudiar los movimientos de su oponente. Pero a los 24 el que se soltó fue el equipo catalán, quien por medio de Porical logró invadir la zona prohibida de su rival. Y dicha conquista fue la impulsora para que el Perpignan dejara los nervios de lado y comenzara a mostrar movimientos más armoniosos.
Sí, es cierto que Beauxis acortó distancias con un penal, pero Porical le pagó con la misma moneda para que el primer tiempo finalizara 13- 6 a su favor.
Justamente, el complemento fue el hábitat ideal para que el Perpignan continuara mandando en las acciones del juego.
A los ocho minutos el que apoyó fue el centro Maxime Mermoz y sólo dos minutos más tarde el que también sumó de a cinco para achicar distancias fue Beauxis, quien además del try aportó otro penal.
Perpignan dominaba el resultado e imponía su juego dentro de la cancha. Y por eso no extraño que, a los 22, Julián Candelón se zambullera en la zona roja rival para afirmar aún más el resultado.
Con la chapa 25-16, los catalanes se relajaron y el París aprovechó para quemar sus últimas fichas. Y la apuesta le salió bien, ya que el argentino Sergio Parisse, que había ingresado a 11 por Pierre Rabadán, terminó desparramado en el ingoal catalán para que la emoción alcanzara el éxtasis. Suspenso total.
La contienda se puso 25-21 y el equipo de Agustín Pichot, que lamentablemente no logró recuperarse de un desgarro para disputar esta semi, se dio cuenta de que no todo estaba perdido. Y se fue a la carga con el cuchillo entre los dientes.
Con diez minutos por jugarse, el Stade Francais intentó todo. Presión, presión y más presión fueron las armas para tumbar a la sólida defensa rival.
Pero dicen que el tiempo es tirano y en esta oportunidad la máxima también impactó de lleno en el conjunto parisino. Los 600 segundos se escurrieron como agua entre los dedos y, finalmente, llegó el pitazo final; un pitazo que terminó consagrando finalista al Perpignan. Y estuvo bien.
Fuente: ESPN.







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