El murmullo que acompañó la casi veloz partida de esa suerte de multitud que decoró el coqueto predio del Country rojiblanco a lo largo de la tarde fue una clara muestra que el partido que había jugado Córdoba no les había gustado, ni mucho menos. Sólo la tranquilidad del resultado favorable logró, si se quiere, minimizar los comentarios, al punto que a la mayoría le preocupó mas enterarse de lo que había ocurrido en Alta Córdoba entre Instituto y Talleres que desmenuzar la, en los papeles, previsible victoria de Los Dogos sobre Mar del Plata por 22 a 13 (4-0).
No es menos cierto, también, que la “cátedra” rugbística local suele ser exigente en grado extremo y, seguramente, muchos supusieron que la escuadra local repetiría aquel contundente marcador de 64 a 6 en un febrero que ya se fue. Y supusieron mal, ya que tanto jugadores como cuerpo técnico sabían de antemano que otra sería la historia cuando se jugara por los “porotos”, el de comenzar a construir el sueño de clasificar lo mejor posible. Debe haber sido esa presión que caminó invisible sobre las almas de ambos equipos no bien la pelota comenzó a volar, que así como Córdoba no era el de la pretemporada, Mar del Plata, con 11 cambios, tampoco lo fue.

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